Buenos Aires y la Confederación (1852-1862)

                       


 Buenos Aires y la Confederación 

 

      Tras la caída de Rosas, la Argentina atravesó un periodo de enfrentamientos entre Buenos Aires y las demás provincias que formaban parte de la Confederación. Luego de la victoria en Caseros, Urquiza entró con sus tropas en la ciudad de Buenos Aires, y nombró gobernador provisional a Vicente López y Planes. Muchos porteños se sintieron descontentos por la presencia del ejército y por la pérdida de poder de la provincia en la política nacional. 

Urquiza mostró un gran interés por concretar la organización constitucional del país. De acuerdo con sus propuestas, las provincias acordaron la vigencia del Pacto Federal, le delegaron el manejo de las relaciones exteriores y aceptaron nombrarlo Director provisorio de la Confederación Argentina. Urquiza avanzó entonces en la preparación de la convocatoria a un Congreso General Constituyente. Los porteños se opusieron al criterio establecido para decidir el número de representantes de cada provincia en el Congreso: el acuerdo establecía que cada provincia enviaría dos diputados, mientras que los porteños exigían que fuera proporcional a la cantidad de población.  

Ante la nueva situación política, los grupos dominantes de Buenos Aires comenzaron a dividirse en cuanto al apoyo a Urquiza. Finalmente el 11 de septiembre de 1852 los grupos porteños se levantaron contra el gobierno nacional. La Legislatura porteña desconoció al Congreso Constituyente, retiró sus diputados y reasumió el manejo de las relaciones exteriores. A partir de entonces, Buenos Aires se separó de la Confederación.  

 

La Constitución de 1853 

En noviembre de 1852 se inauguraron las sesiones del Congreso Constituyente en Santa Fe, que aprobó la Constitución el 1° de mayo de 1853. Los diputados adoptaron la forma representativa, republicana y federal, lo que significaba que las provincias conservaban su autonomía. Sin embargo, se trataba de autonomías restringidas, ya que el gobierno federal asumía amplios poderes, entre ellos, la posibilidad de declarar el estado de sitio y el recurso a la intervención federal.  

Urquiza fue elegido presidente constitucional, constituyendo a la ciudad de Paraná como sede de las autoridades nacionales. Pero la Confederación debió enfrentar serios problemas: la  falta de recursos, la dependencia del puerto de Buenos Aires para el comercio exterior, diversas trabas para organizar un mercado interno (cobro de derechos de tránsito entre las provincias, dificultades en las comunicaciones y en el tránsito de las mercaderías) y la escasa recaudación aduanera y fiscal. 

Urquiza tomó medidas en pos de la unificación y modernización económica, como la abolición de las aduanas interiores y los derechos de tránsito, la mejora del sistema de correos, caminos y mensajerías, la habilitación del puerto de Rosario para el comercio exterior y el impulso a la instalación de ferrocarriles y la colonización.  

 

Las relaciones entre ambos Estados 

Después de la separación, Buenos Aires se organizó como Estado independiente. En 1854 se dictó una Constitución que proclamaba el libre ejercicio de su soberanía. Para la provincia fue un periodo de gran prosperidad, debido a que el aislamiento le permitió disfrutar de las rentas aduaneras en momentos en que crecía el comercio exterior, sin tener que hacer frente a gastos nacionales.  

Comenzó un proceso de modernización con novedades como la iluminación a gas, la inauguración del teatro Colón, la pavimentación de calles y la instalación del muelle y la aduana Nueva. En 1857 se inauguró el primer ferrocarril, conocido como el Ferrocarril del Oeste, que unía Buenos Aires con San José de Flores. También se construyó el Hospital de mujeres y se crearon escuelas para niñas y huérfanas. 

Buenos Aires y la Confederación habían firmado tratados de pacificación, pero las diputas continuaban. En octubre de 1859 el ejercito Confederal dirigido por Urquiza derrotó a Buenos Aires en la batalla de Cepeda. Urquiza inició entonces las negociaciones para incorporar a Buenos Aires a la Confederación. No obstante Buenos Aires puso condiciones: solo aceptaría la constitución luego de efectuarle reformas. El principal problema era el tema de la capital: Buenos Aires mantendría el manejo de la aduana por tiempo indeterminado y se comprometía a entregar una mensualidad a la Confederación. 

Las rivalidades continuaron y el 17 de septiembre de 1861, las fuerzas de Urquiza y Mitre, en ese momento gobernador de Buenos Aires, volvieron a enfrentarse en la Batalla de Pavón. La victoria porteña concluyó en la elección de Mitre como presidente constitucional el 13 de octubre de 1862.  

Tanto el proyecto de la Confederación como el de Buenos Aires compartían la necesidad de organizar el Estado nacional que garantizara un modelo de acumulación capitalista agropecuario, en el marco de la división internacional del trabajo impulsada por los países centrales. Eso significaba: la libertad de comercio, la ocupación de la tierra, la mano de obra, los ferrocarriles y la educación. El punto de disidencia era el dominio ejercido por Buenos Aires por el control aduanero.  

El triunfo de Caseros, en 1852, había coincidido con el agotamiento del ciclo económico del tasajo, ya que ese producto vinculaba al país con el estrecho mercado esclavista del Brasil y de Cuba. La alternativa fue la cría de ganado ovino, ya que la producción de lana insertaría a la Argentina como proveedora de un amplio mercado (Inglaterra, Bélgica, Francia, Alemania) cuya industria textil estaba en expansión. Sin embargo, producida la división entre la Confederación y el Estado de Buenos Aires, este último contaba con mayores recursos económicos por los ingresos aduaneros y continuó su desarrollo ganadero, dedicado al ganado ovino que había desplazado de la mejor tierra al vacuno y a la producción de cuero y carne salada.    

En tanto, la Confederación incrementó el intercambio comercial en el puerto de Rosario y tuvo una activa política colonizadora en Santa Fe y en menor medida en Corrientes, pero no fue suficiente para lograr las divisas necesarias para solventar la construcción de un Estado nacional. 

Durante ese periodo comenzó a afianzarse el capitalismo agrario, ya que por primera vez la producción argentina de trigo consiguió abastecer el consumo local. Un problema fundamental eran los altos costos de transporte. El trigo y la harina son artículos de mucho volumen, poco peso y bajo valor unitario, por lo que se necesitaba una gran capacidad de carga para trasladarlos. Por eso era muy difícil que esos productos agrícolas salieran fuera de los ámbitos locales. El autoabastecimiento se logro como consecuencia de tres factores: el primero fue la fundación de colonias agrícolas; el segundo, la introducción de cambios tecnológicos en la manera de cultivar y cosechar, y el tercero, la existencia de transportes más rápidos y de más capacidad. Para ese proyecto, las condiciones de prosperidad de Buenos Aires y el estancamiento del resto del país explican el triunfo de la clase dominante porteña en Pavón, representadas por Mitre; y la poca predisposición de enfrentamiento de Urquiza, quien expresaba el mismo proyecto desde un sector social objetivamente más débil. 

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